"Las vacas tienen cuatro estómagos" Hemos escuchado esta frase una que otra vez, pero no siempre es clara la razón de por qué tienen esta cualidad. Para empezar, no es que tengan cuatro estómagos, sino cuatro cámaras; es como nuestro corazón: está conformado por cuatro cámaras, pero todos sabemos que sólo contamos con un corazón. Además las vacas no son las únicas que tienen su estómago de esta manera, los mamíferos rumiantes (como las ovejas, las cabras, los ciervos, los alces y los camellos) también presentan esta característica, pero, ¿por qué?
Toda la culpa la lleva su dieta: las hierbas, ya sea alfalfa, o césped, ya que cada célula vegetal está rodeada por un compuesto llamado celulosa, una de las fuentes de energía alimenticia más abundante en la Tierra, el problema es que la celulosa resiste el ataque de las enzimas (proteínas complejas) digestivas; entonces, sólo ciertos microorganismos y algunos invertebrados tienen enzimas que la descomponen (razón por la cual es una pésima idea que un ser humano lleve una dieta a base de césped). Los rumiantes obtienen la energía de la celulosa solamente debido a sus microbiomas, éstas colonias especializadas de microorganismos contenidos en sus tractos digestivos ayudan a digerir materia vegetal, pues las bacterias descomponen la celulosa.
Enfoquémonos en la vaca, la cual, como ya mencionamos, tiene cuatro cámaras estomacales: el rumen, el retículo, el omaso y el abomaso.
La digestión comienza con el rumen, el cual puede contener casi 150 litros y aloja la mayor parte de los microorganismos que descomponen la celulosa, además de otros carbohidratos; después de esta digestión parcial, el material vegetal entra al retículo, donde se forma una masa llamada bolo. El bolo se regurgita, mastica y se vuelve a tragar de vuelta hacia el rumen (por eso casi siempre vemos a los rumiantes... rumiando y masticando su bolo). Después, pasa al omaso, donde se absorben agua, sales y las restantes moléculas orgánicas liberadas por los microorganismos, para luego llegar al abomaso, donde se secretan ácido y enzimas que comienzan la digestión de proteínas. Finalmente, los nutrimentos se terminan de absorber a través de las paredes del intestino delgado.
Después de comprender el proceso de digestión en los rumiantes, es cuando la evolución llega a ser apantallante: cómo si nosotros nos alimentáramos de césped, moriríamos de hambre, mientras que una cabra lo aprovecharía de mejor manera; cómo los rumiantes se las arreglaron para tener un microbioma especializado para digerir su alimento; pero al final, estos por qué son acertadamente respondidos por la teoría de la selección natural. No existe nadie tan ingenioso y creativo como la naturaleza.
Nos vemos
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