La margarita y los tulipanes
"Hace no mucho, en un prado ubicado al norte de Europa, había una población de tulipanes, cada mañana cada uno mostraba al sol sus bellos colores y se preparaba para recibir a los visitantes, los cuales variaban dependiendo de la época del año, podían ser abejas, mariposas, lombrices, escarabajos o pulgones, todos eran igual de bienvenidos en la zona. Un día, en el centro del conjunto, comenzó a crecer una pequeña planta que intrigó a los tulipanes, con el paso del tiempo, y alimentado por la lluvia, la planta floreció como una pequeña margarita blanca. Cuando el botón se hubo abierto, la margarita empezó a observar su entorno: una gran esfera luminosa en lo alto de un azul intenso cubierto de pequeñas manchas blancas en constante movimiento; filamentos verticales de color verde que cubrían todo el suelo y que le daban vida, y una gran cantidad de hermosos seres coloridos que la rodeaban.
Los primeros amaneceres de la margarita fueron agradables, hasta que, por medio de un charco de agua formado a sus pies, se percató que era diferente a los tulipanes, ella sólo tenía unos cuantos pétalos de color blanco, mientras que los tulipanes tenían muchos pétalos con colores vivos. Desde ese momento, el único deseo de la margarita era ser un tulipán, quería ser bella y atractiva, todo lo contrario a lo que se sentía ahora. Durante varios días, la margarita fue consumiéndose, su baja autoestima fue marchitando su frescura, su viveza, su alegría, hasta que perdió todos sus pétalos. Una noche, ya agonizante, la flor se preguntaba por qué le había tocado tan trágico destino, por qué le había tocado ser así, diferente.
A la mañana siguiente, a las primeras luces del alba, la flor despertó como nueva, como recién nacida; se desperezó y arregló su apariencia, ¡cuál fue su sorpresa al sentir pétalos dispuestos verticalmente hacia arriba y suaves como la seda! Intrigada, miró su reflejo charco de agua y descubrió que al fin era un tulipán, ahora sí ya era hermosa, levantó la cabeza para expresar su emoción a sus vecinos, pero para su sorpresa, ya no estaba en un prado de tulipanes, sino en uno de margaritas.
一 ¡Ay de mí! ¡Ahora soy fea de nuevo! 一exclamó el tulipán."
Anónimo
Todos somos únicos en varias maneras, pero que nuestra forma de pensar o nuestra apariencia física no sea igual a la de las personas de nuestro entorno, no significa que estamos mal; la margarita de la historia estaba tan concentrada en la belleza de los tulipanes que no reparó en la suya, tan inconforme estaba consigo misma que esto la llevó a la muerte. Cuando somos diferentes es porque estamos destinados a serlo, a veces llegamos a pensar que "en un mundo al revés": "sería más alto(a)" o "sería más delgado(a)", pero si realmente hablamos de un mundo "al revés", de igual forma seríamos diferentes. No se trata de especular cómo seríamos en otra vida, esto es totalmente inútil; se trata de aceptar nuestras cualidades, de igual forma que nuestros defectos. No debemos dejar que la constante inconformidad marchite nuestras vidas.
Hasta luego
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